Sabiendo que el invierno se va moribundo por caminos de sequedad y flores,
recuerdo que toda la música que tuve este invierno vino de la presencia mágica del amor.
Del amor que no se hizo, ni se hará , del amor sospecha, del amor -silencio,
mirada rincón complice
del amor palomar magnolio de todo el amor miedo que he perdido
del silencio amor que no fue,
decir palabras en amores que vienen y se acomodan en mi cerebro,
a veces en mi sexo,
a veces en la ilusión que menseñaron femenina y virtuosa.
Sabiendo que el amor se va y que quizás no vuelva,
sabiendo mi carisma es leve leve casi increíble de suponer
que mi rostro tiene profundidades que nadie quiere ver, y, son dolorosas de ver;
que quizás no vuelva a la soledad de siempre en la que todos habitamos
ya no tengo en soledad ni en compañía el suspiro leve
que pertenece tranquilo
abrumada de suspiros bajé a la superficie y aquí estoy:
sabiendo que si el invierno se va no siempre llega la primavera.
Publicado en "Antologia de nueva poesia femenina chilena", selección de Juan Villegas, 1985.
Poesías de tiempo transcurrido
Este trabajo es una selección de poesías y textos escritos en los años 80. Meláncolicos, meditabundos, solitarios. Tono de la época y de la tristeza. Grises, casi blancos, como mi pelo.
jueves, 28 de julio de 2011
Intento al Padre
¿Porqué me acuerdo, viejo, de tu pasión política - el juego de la justicia -?
¿Porqué quedó grabada en mi oído la palabra "demagogia"?
¿porqué veo tu mano artesana trasformándolo todo, hasta la silueta de la madre?
tu viaje a LLo-lleo, tu retorno con dos acuarelas - una oscura, tétrica; la otra, una cebolla,
¿porqué te veo, viejo, en el centro del universo, tu inquietud abismante haciéndonos subir cerros.
¿Cómo ser silencio y en la mudez quedarme con el gran misterio de tu vida?
No saber nada a veces es bueno, del padre descrea los lazos, hace los universos pequeños.
Cómo me gustaría haber pisado la casa de Mapocho - estaba en Mapocho, creo-,
haber aprendido a tejer de las manos de la Manene,
encaramarme por la tarde en los trastos viejos, todos inventos de tus hermanos.
Saber de tu origen,
¿cuál la primigenia mezcla que me tiró a tus brazos?
¿cuál el lugar primero que amaron tus ojos?
¿fué Iquique?, ¿Cauquenes?, ¿Caldera?, o,
¿sólo los barcos?
¿cuál fue tu primera convicción cristiana?
¿porqué ingresaste a la Falange?
¿cómo descubriste lo plástico de la madera?
¿porqué amaste a Maritain y no a Sartre?
¿porque ejerciste la pasión más atronadora en la Acción Católica?
¿porqué me comprabas libros y pagabas el ballet?
¿cómo desde tu silencio sondeaste mi destino sólo por tus ojos?
Hacerme pequeña, aún más peqeña y observar desde algún ojal todo tu
territorio
sin equivocarme.
Publicado en "Antología de la nueva poesía femenina chilena", selección de Juan Villegas, 1985
¿Porqué quedó grabada en mi oído la palabra "demagogia"?
¿porqué veo tu mano artesana trasformándolo todo, hasta la silueta de la madre?
tu viaje a LLo-lleo, tu retorno con dos acuarelas - una oscura, tétrica; la otra, una cebolla,
¿porqué te veo, viejo, en el centro del universo, tu inquietud abismante haciéndonos subir cerros.
¿Cómo ser silencio y en la mudez quedarme con el gran misterio de tu vida?
No saber nada a veces es bueno, del padre descrea los lazos, hace los universos pequeños.
Cómo me gustaría haber pisado la casa de Mapocho - estaba en Mapocho, creo-,
haber aprendido a tejer de las manos de la Manene,
encaramarme por la tarde en los trastos viejos, todos inventos de tus hermanos.
Saber de tu origen,
¿cuál la primigenia mezcla que me tiró a tus brazos?
¿cuál el lugar primero que amaron tus ojos?
¿fué Iquique?, ¿Cauquenes?, ¿Caldera?, o,
¿sólo los barcos?
¿cuál fue tu primera convicción cristiana?
¿porqué ingresaste a la Falange?
¿cómo descubriste lo plástico de la madera?
¿porqué amaste a Maritain y no a Sartre?
¿porque ejerciste la pasión más atronadora en la Acción Católica?
¿porqué me comprabas libros y pagabas el ballet?
¿cómo desde tu silencio sondeaste mi destino sólo por tus ojos?
Hacerme pequeña, aún más peqeña y observar desde algún ojal todo tu
territorio
sin equivocarme.
Publicado en "Antología de la nueva poesía femenina chilena", selección de Juan Villegas, 1985
Desesperanza
El fuego tiránico, verde casi, ensombrece el rostro de tu hijo.
No le dejó ver el material profundo que yacía suelto sobre la hierba.
No le dió el olor a almendras.
No le abrazó en una tarde de lluvias y aguas purificantes.
No le darás el pan de cada día.
No le darás la leche de un pecho seco.
No le enviarás al colegio tarde o temprano.
No le entregarás su alma a los odiosos, a los testigos voluntarios.
A veces, por la mañana, tengo sueños,
cabalgatas, como en las películas de John Wayne arrancando de los indios o viceversa.
Al despertar trato de descubrir en la inmensa posibilidad de metáforas,
y,
me pregunto,
¿cuáles son los indios y cuáles los vaqueros?,
¿quién el oprimido y quién el poderoso?
La libertad se introduce voraz en los corazones y los amarra firmemente.
Creo que el futuro está tremendamente ligado con la ambición y la apariencia.
Quiero creer que el futuro, el del Paseo Huérfanos, pueda llegar a Lo Hermida
a Pudahuel.
Quiero creer que el dolor no duele,
que el pan no se acabará,
que podré seguir haciendo la cimarra con mi vida,
desnuda y tranquilamente,
quizás la muerte se compadezca y pase luego a visitarme.
Publicado en "Antología de la nueva poesía femenina chilena", selección de Juan Villegas, 1985.
No le dejó ver el material profundo que yacía suelto sobre la hierba.
No le dió el olor a almendras.
No le abrazó en una tarde de lluvias y aguas purificantes.
No le darás el pan de cada día.
No le darás la leche de un pecho seco.
No le enviarás al colegio tarde o temprano.
No le entregarás su alma a los odiosos, a los testigos voluntarios.
A veces, por la mañana, tengo sueños,
cabalgatas, como en las películas de John Wayne arrancando de los indios o viceversa.
Al despertar trato de descubrir en la inmensa posibilidad de metáforas,
y,
me pregunto,
¿cuáles son los indios y cuáles los vaqueros?,
¿quién el oprimido y quién el poderoso?
La libertad se introduce voraz en los corazones y los amarra firmemente.
Creo que el futuro está tremendamente ligado con la ambición y la apariencia.
Quiero creer que el futuro, el del Paseo Huérfanos, pueda llegar a Lo Hermida
a Pudahuel.
Quiero creer que el dolor no duele,
que el pan no se acabará,
que podré seguir haciendo la cimarra con mi vida,
desnuda y tranquilamente,
quizás la muerte se compadezca y pase luego a visitarme.
Publicado en "Antología de la nueva poesía femenina chilena", selección de Juan Villegas, 1985.
lunes, 18 de julio de 2011
Poesías
Tiempo
Que se termine marzo
no quiero vendimiar mi viña
hasta tener otras patillas en barbecho.
Dejen que me tome tiempo,
la cría cuesta ,
y el otoño surge inevitable.
La Espera
Desde el fondo de su savia
la higuera sabe que la primavera
le traerá los brotes,
que ellos se abrirán como manos mendigas de luz.
Crepúsculo
Callada la huella deshizo el surco,
callada se perdió la noche,
la tarde rosada clavó la daga,
el encuentro se hizo sangre,
la llamarada callada bajó del aire,
rodaron clavados los espinos por el cerro,
la cordillera callada y mustia
cayó con la tarde.
Despertar
Tener una pared, cuatro,
entremedio poner cosas,
objetos indefinibles, innumerables historias,
enraizar la vida en un lápiz, un espejo, una tijera.
Ver por la mañana un limonero que saluda,
escuchar la radio Minería,
bostezar,
abrir ventanas, si es que las hay.
Tiritar de frío.
Pensar en lo ajeno de afuera.
Quedar envuelta en una ducha helada camino al trabajo.
Tener una pared, cuatro,
escaparse por las rendijas de la madera,
quedarse en lo vago del día,
ensoñar una sonrisa,
tomar una mano que se escapa,
sonreírle a "Demian" desde la puerta,
aguzar el paso,
ponerle filo a todo
y salir de las paredes.
Que se termine marzo
no quiero vendimiar mi viña
hasta tener otras patillas en barbecho.
Dejen que me tome tiempo,
la cría cuesta ,
y el otoño surge inevitable.
La Espera
Desde el fondo de su savia
la higuera sabe que la primavera
le traerá los brotes,
que ellos se abrirán como manos mendigas de luz.
Crepúsculo
Callada la huella deshizo el surco,
callada se perdió la noche,
la tarde rosada clavó la daga,
el encuentro se hizo sangre,
la llamarada callada bajó del aire,
rodaron clavados los espinos por el cerro,
la cordillera callada y mustia
cayó con la tarde.
Despertar
Tener una pared, cuatro,
entremedio poner cosas,
objetos indefinibles, innumerables historias,
enraizar la vida en un lápiz, un espejo, una tijera.
Ver por la mañana un limonero que saluda,
escuchar la radio Minería,
bostezar,
abrir ventanas, si es que las hay.
Tiritar de frío.
Pensar en lo ajeno de afuera.
Quedar envuelta en una ducha helada camino al trabajo.
Tener una pared, cuatro,
escaparse por las rendijas de la madera,
quedarse en lo vago del día,
ensoñar una sonrisa,
tomar una mano que se escapa,
sonreírle a "Demian" desde la puerta,
aguzar el paso,
ponerle filo a todo
y salir de las paredes.
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